Los discursos parlamentarios de Práxedes Mateo-Sagasta

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100281
Legislatura: 1889-1890
Sesión: 13 de mayo de 1890
Cámara: Senado
Discurso / Réplica: Réplica al Sr. Mena y Zorrilla.
Número y páginas del Diario de Sesiones: 161, 2874.
Tema: Socialismo, anarquismo y huelga de obreros.

El Sr. Presidente del Consejo de Ministros (Sagasta): Para decir al Sr. Mena y Zorrilla que se pedirán los documentos que S.S. exige, que deben estar en el Gobierno civil de la provincia de Valencia; y en el momento en que se reciban, se remitirán al Senado.

Por lo demás, yo insisto en creer que no hay sociedad ninguna, al menos legalmente constituida y con conocimiento y beneplácito del Gobierno, que tenga su asiento en ninguna población de España, con el objeto que se proponen los anarquistas, y sobre todo para usar los procedimientos que piensan emplear, a fin de conseguir su objeto; lo que hay son individualidades que coinciden en esas ideas, como hay, por ejemplo, proteccionistas y librecambistas, que sin que exista una asociación constituida legalmente, se reúnen en un punto dado, y nombran su presidente para la discusión en aquel momento en que se reúnen. Esto mismo puede suceder a los que tienen ideas anarquistas, que se reúnen todos los que coinciden en esas e ideas y se discuten.

Ahora bien; respecto a las discusiones, ¿qué quiere el Sr. Mena y Zorrilla que le diga?

Claro está que son ideas que yo siento mucho ver proclamadas; pero al fin y al cabo no caen bajo la esfera del Código penal, porque las ideas no son justiciables; son justiciables los actos; y así resulta que con mal humor de mi parte, y con mal humor de parte de todos los que desean que la sociedad siga tal como existe, aunque mejorando (porque no hay nada en lo humano que no esté llamado a mejorar, a no ser aquello que está llamado a morir), con mal humor, digo, y disgusto, se ven ciertas predicaciones; pero mientras no pasen de predicaciones, créame el Sr. Mena y Zorrilla, estamos completamente inermes, porque después de todo, en esas sociedades, con un lenguaje más o menos escogido, no se predican más que las ideas que hay en ciertos libros, escritos por autores muy ilustres, que el Sr. Mena y Zorrilla habrá leído, aunque con pena en su corazón. En esos libros habrá visto atacar a la sociedad, atacar a la religión, atacar a Dios, a la familia, porque son filósofos, son autores que quieren construir una sociedad de una manera distinta a como está la sociedad actual; y sin embargo, esos libros corren el mundo, y no van a parar a los tribunales.

De manera, que no hay que confundir las cosas; en este punto hay que tener una gran serenidad para no aturdirse y para evitar que el rigor de la ley, en lugar de ser rigor de la ley, pueda ser otra cosa, porque la mayor fuerza que han de tener los Gobiernos y los Estados para defenderse contra ciertas ideas, y sobre todo, contra ciertas tendencias, es la justicia y la razón.

No perdamos, pues, la serenidad, ni porque nos disgusten ciertas cosas vayamos a atolondrarnos y a hacer aquello que la razón, la ley y la justicia no determinan que se haga.

Yo creo, repito, que realmente no hay asociación ninguna que esté dentro de la ley y admitida por el Gobierno, que tenga esas tendencias y que pretenda llevarlas a la práctica por los procedimientos que desean los anarquistas; que si se han reunido individuos que coinciden en esa manera de pensar públicamente en muchos sitios, y han predicado esas ideas absurdas, como son absurdas también las que han escrito muchos autores, que son ilustres por su talento y sus condiciones, contra eso no hay más remedio que estar con el oído muy atento, mientras no entren dentro del Código penal; vigilar sin perder la serenidad, y que llegue el castigo cuando deba llegar, con oportunidad.

En ese sentido digo al Sr. Mena y Zorrilla, como dije antes al digno Sr. Senador que le precedió, que el Gobierno actual, como creo que todos los Gobiernos que le sucedan, han de estar con la vigilancia necesaria, a fin de que la sociedad tenga la salvaguardia que debe tener y que tiene derecho a esperar. (Se oye un aplauso en una de las tribunas). [2874]



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